Africa amanece entre brumas. Una cortina de nubes bajas impide ver sus costas aunque no su montes. Recogen los aperos, contemplan una vez más el paisaje a la luz del sol y ponen rumbo a la población para desayunar y asearse. Tras un abundante desayuno se dirigen al puerto, hoy irán a ver ballenas y delfines.
Pasean por el puerto viendo los extraordinarios yates que están amarrados al puerto. Llega un inmenso ferry que los deja sin habla y se sienten minúsculos cuando se aproxima a ellos. Impresionante el enorme puente de mando e impresionante las maniobras de atraque.
Embarcan a media mañana en el barco que les llevará a avistar cetáceos. Al poco de salir ya pueden deleitarse con los saltos y las cabriolas de los delfines mulares que se aproximan a la proa. Minutos después aparecen un grupo de calderones, unas simpáticas ballenas que no escatiman la aproximación a la embarcación. La gente corre de borda a borda intentando fotografiar estos impresionantes mamíferos. Los atuneros marroquíes se nos acercan y saludan al personal antes de virar en redondo y prepararse para la pesca. La excursión por el Estrecho ha sido muy provechosa y divertida. Conocemos a Marta una veterinaria que ha venido también a ver cetáceos y a participar en unas conferencias.
Para comer pescado de la zona en el restaurante “El Puerto” Atún y Urta, sencillamente exquisito. Se acercan al centro de Tarifa y toman café acompañados de unos dulces. Cae la tarde y parten hacia Cádiz.
Un alto en la playa de las palomas y recorren las dunas. Fotografían los rastros de pequeños insectos dejados en la arena y contemplan como los niños vuelan cometas de colores. A lo lejos, en el mar, los surfistas juegan con las olas y el viento.
Nueva parada en las playas de Barbate y a la salida el único incidente que les ocurre en el viaje, frenazo inesperado del vehículo que le precede y derrape de la moto de Kapy, no llega a caer pero por muy poco, un pequeño susto sin consecuencias. A la entrada de la gasolinera otro vehículo haciendo chillar las ruedas casi tumba a Juan, también sin consecuencias pero otro pequeño susto. Repostan y parten hacia la capital. Buscan una freiduría de pescaito y sentados en la terraza de “Las Flores” dejan pasar las horas degustando diferentes frituras. Una pareja de americanos no deja de mirarlos mientras cenan y al levantarse les pregunta donde compraron los helados que sentados en sus motos se estaban comiendo. Les indican el sitio pero está cerrando. Se vuelven a preguntar y Kapy le indica que le insista pero la dependienta se endurece y cierra la puerta. Se gira la chica y se despide con un amable gesto.
Se vuelven hacia Chiclana para plantar la tienda y encuentran el lugar perfecto bajo un puente de la autovía. Al principio parecía ruidoso pero luego comprueban que están equivocados al pasar los vehículos muy por encima de ellos. Entre una densa y olvidada vegetación hacen noche.
Continuará…
Pasean por el puerto viendo los extraordinarios yates que están amarrados al puerto. Llega un inmenso ferry que los deja sin habla y se sienten minúsculos cuando se aproxima a ellos. Impresionante el enorme puente de mando e impresionante las maniobras de atraque.
Embarcan a media mañana en el barco que les llevará a avistar cetáceos. Al poco de salir ya pueden deleitarse con los saltos y las cabriolas de los delfines mulares que se aproximan a la proa. Minutos después aparecen un grupo de calderones, unas simpáticas ballenas que no escatiman la aproximación a la embarcación. La gente corre de borda a borda intentando fotografiar estos impresionantes mamíferos. Los atuneros marroquíes se nos acercan y saludan al personal antes de virar en redondo y prepararse para la pesca. La excursión por el Estrecho ha sido muy provechosa y divertida. Conocemos a Marta una veterinaria que ha venido también a ver cetáceos y a participar en unas conferencias.
Para comer pescado de la zona en el restaurante “El Puerto” Atún y Urta, sencillamente exquisito. Se acercan al centro de Tarifa y toman café acompañados de unos dulces. Cae la tarde y parten hacia Cádiz.
Un alto en la playa de las palomas y recorren las dunas. Fotografían los rastros de pequeños insectos dejados en la arena y contemplan como los niños vuelan cometas de colores. A lo lejos, en el mar, los surfistas juegan con las olas y el viento.
Nueva parada en las playas de Barbate y a la salida el único incidente que les ocurre en el viaje, frenazo inesperado del vehículo que le precede y derrape de la moto de Kapy, no llega a caer pero por muy poco, un pequeño susto sin consecuencias. A la entrada de la gasolinera otro vehículo haciendo chillar las ruedas casi tumba a Juan, también sin consecuencias pero otro pequeño susto. Repostan y parten hacia la capital. Buscan una freiduría de pescaito y sentados en la terraza de “Las Flores” dejan pasar las horas degustando diferentes frituras. Una pareja de americanos no deja de mirarlos mientras cenan y al levantarse les pregunta donde compraron los helados que sentados en sus motos se estaban comiendo. Les indican el sitio pero está cerrando. Se vuelven a preguntar y Kapy le indica que le insista pero la dependienta se endurece y cierra la puerta. Se gira la chica y se despide con un amable gesto.
Se vuelven hacia Chiclana para plantar la tienda y encuentran el lugar perfecto bajo un puente de la autovía. Al principio parecía ruidoso pero luego comprueban que están equivocados al pasar los vehículos muy por encima de ellos. Entre una densa y olvidada vegetación hacen noche.
Continuará…
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