Preparamos la moto, nos acicalamos para su conducción, elegimos la concentración de destino, encendemos nuestro GPS y escribimos la ruta, ya solo queda conducir, disfrutar de la carretera y del paisaje que nos rodea. Eso es precisamente lo que nos ocurrió este fin de semana. Conducíamos tranquilamente hacia Constantina y la verdad que se nos hizo el viaje un poco largo, pero como íbamos disfrutando del paisaje y de la carretera pues no hicimos cuenta.
Conforme pasaban las horas empezamos a preocuparnos, no podía estar tan lejos Constantina, o el reloj corría más que nuestras motos, todo era posible así que continuamos la misma dirección disfrutando y disfrutando.
Arrugamos la frente cuando vimos un cartel que indicaba “Segovia 30 km”. No cabían más dudas de nuestra equivocación cuando apareció un enorme cartel que nos indicaba “Castilla y León, provincia de Segovia”. ¿Y ahora que hacemos? nos preguntamos. Indagamos un poco y nos dijeron que inauguraban un bar en Madrid para moteros “Ruta 37” situado en la calle Orense 37, así que allí nos encajamos. La fiesta empezó bien, un buen número de moteros y moteras que hacía que no cupiera un alfiler en el local, impresionantes máquinas en la puerta. Una aventura llegar a la barra. Delante de nuestras narices y sin saber como una hermosa rubia comienza a bailar sobre un improvisado escenario. El ambiente se caldea, bueno, lo caldea ella mientras se contornea sensualmente. Diminutos trapitos vuelan por el local. El ruido ensordecedor, la chica pide un poco de silencio para poder escuchar la música y continuar con su actuación. Sale un voluntario que también pierde la ropa en pocos minutos. El ambiente bulle, la temperatura sube y la chica aprovecha para ponerse fresquita.
Terminado el espectáculo conseguimos llegar a la barra, el camarero borracho hasta la médula baila y baila. Nos atiende una encantadora y simpática chica, nos sirve tres cervezas bien frías para bajar grados a la par que una gran y brillante sonrisa.
Sobre las tres de la mañana cambiamos de ambiente y aparecemos sin saber como en una discoteca en Valdemoro, otra vez el “mardito” GPS. Buen ambiente, buena música y cerveza, como no podía ser de otra manera. Grupito de chicas, grupito de moteros y la magia comienza. Nos saluda el sol cuando nos vamos a la cama no sin nuestro chocolatito con churros, pero la alegría de las sábanas dura poco, a las once de la mañana todos arriba, salimos de ruta, visitamos el Parque de la cuenca alta del Manzanares, carretera estrecha, muchas curvas y un extraordinario paisaje. La segunda parte de la ruta la hacemos a base de tapitas y cervecitas, aquí curveamos menos pues son sin alcohol. Conocemos al “presi” de la peña “ciento 40 pa que más” y cambiamos impresiones. Quedamos en vernos en pingüinos.
Después de llenar los respectivos depósitos enfilamos hacia nuestra tierra. Devoramos kilómetros a buen ritmo. Contemplamos una extraordinaria puesta de sol que nos hace más agradable la monótona autovía y así poco a poco nos acercamos a casa a la que llegamos al filo de la media noche.
Así que ya sabéis, si no queréis perderos por esas carreteras actualizar vuestro GPS.
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