Ha sido un largo fin de semana de concentraciones. El sábado, a pesar de la mucha agua caída, nos marchamos a Santa Marta. Los confederados celebraban su concentración de motos anual. Fueron bastantes motos las congregadas a contrapronóstico, como ya hemos dicho, por el desagradable día de agua y frío que tuvimos. Así que tuvimos que hacernos fuertes en la carpa que los confederados montaron. Cogimos una mesa, nos colocamos alrededor y no pararon los platos de panceta, lomo o chorizo de la tierra y la cerveza que corría como arroyo caudaloso, bueno y las fantas de naranja también que las hay muy prudentes a pesar de no conducir.
Antes de liarnos en serio con tanto manjar se le entregó una placa a Broncano, secretario de los Confederados, como reconocimiento al esfuerzo y la dedicación entregada a su peña y a sus socios. Doy fe de que le vimos los ojos húmedos y no era a causa de la pertinaz lluvia como nos quiso hacer creer.
Tras enjugarse las lágrimas y darnos unas breves frases de agradecimiento nos liamos sin descanso y con decisión a pasar el día de la mejor manera que conocemos, alternando con nuestros colegas y amigos.
A media tarde decidimos tomar la última en Aceuchal en compañía de Mamen y Manuel. A pesar de que pedimos reiteradamente “una de panceta” la guapa y simpática camarera del “Jamaica” nos puso café con dulces, y que dulces… madre, que dulces.
Cayó la tarde sin darnos cuenta y pusimos rumbo a nuestras poblaciones, con todo nuestro pesar pues sabíamos que ese buen día tocaba a su fin. Ya sabes que cuando lo estás pasando bien cuesta mucho cortar.
El regreso, infernal. Mojados como adolescente en su primer beso nos deslumbraban los vehículos que venían de frente y el reflejo de nuestra propia luminaria en las señales de tráfico, así que bajamos la velocidad, con mucha precaución en las curvas y con total resignación fuimos llegando cada uno a su pueblo.
Aun con todo el equipo y la vestimenta mojados nos dispusimos para acercarnos el domingo a Cabeza del Buey donde también celebraban su concentración anual, en este caso la primera. El día amaneció muy nublado y frío. Muchos compañeros se arremolinaron en sus catres y decidieron quedarse acostados. Alrededor de 70 motos se dieron cita en esta población y conforme el día se despejaba eran más los que se dejaban ver por Cabeza del Buey.
Se realizó una ruta hasta el santuario de Belén, antiguo cuartel templario, donde pudimos contemplar la riqueza pictórica del santuario. No pudimos ver el claustro y las celdas de estos monjes guerreros por encontrarse el recinto en obras y reformas.
Tras llegar de nuevo a la población se realizó un peregrinaje por los bares de la localidad para terminar comiendo un extraordinario arroz con liebre en “La Parada”.
Esperamos aquí a Cele que se había marchado a la concentración de Peñarroya para rodar juntos hasta Zalamea de la Serena y tomarnos nuestro acostumbrado café de media tarde.
A diferencia del sábado el domingo ha sido una gran jornada para rodar con nuestros corceles de hierro por la carretera. Un día luminoso, sin frío, casi ausente de viento y adornado todo con unas blanquísimas nubes de algodón en un cielo azul junto a un verde saturado en la naturaleza que nos rodea. Por supuesto echamos de menos a nuestros colegas que no han podido venir hoy y les enviamos un mensaje multimedia (con foto) para ayudarlos a decidirse a cambiar el trapo de limpieza por la moto.
La última en Campillo de Llerena, y de aquí a recoger las máquinas, limpiarlas, sacarle un poco de brillo a los cromados para tenerlas impecables para nuestra próxima aventura. Fotos Mamen, Ana y Kapy en Santa Marta y Cabeza del Buey
Antes de liarnos en serio con tanto manjar se le entregó una placa a Broncano, secretario de los Confederados, como reconocimiento al esfuerzo y la dedicación entregada a su peña y a sus socios. Doy fe de que le vimos los ojos húmedos y no era a causa de la pertinaz lluvia como nos quiso hacer creer.
Tras enjugarse las lágrimas y darnos unas breves frases de agradecimiento nos liamos sin descanso y con decisión a pasar el día de la mejor manera que conocemos, alternando con nuestros colegas y amigos.
A media tarde decidimos tomar la última en Aceuchal en compañía de Mamen y Manuel. A pesar de que pedimos reiteradamente “una de panceta” la guapa y simpática camarera del “Jamaica” nos puso café con dulces, y que dulces… madre, que dulces.
Cayó la tarde sin darnos cuenta y pusimos rumbo a nuestras poblaciones, con todo nuestro pesar pues sabíamos que ese buen día tocaba a su fin. Ya sabes que cuando lo estás pasando bien cuesta mucho cortar.
El regreso, infernal. Mojados como adolescente en su primer beso nos deslumbraban los vehículos que venían de frente y el reflejo de nuestra propia luminaria en las señales de tráfico, así que bajamos la velocidad, con mucha precaución en las curvas y con total resignación fuimos llegando cada uno a su pueblo.
Aun con todo el equipo y la vestimenta mojados nos dispusimos para acercarnos el domingo a Cabeza del Buey donde también celebraban su concentración anual, en este caso la primera. El día amaneció muy nublado y frío. Muchos compañeros se arremolinaron en sus catres y decidieron quedarse acostados. Alrededor de 70 motos se dieron cita en esta población y conforme el día se despejaba eran más los que se dejaban ver por Cabeza del Buey.
Se realizó una ruta hasta el santuario de Belén, antiguo cuartel templario, donde pudimos contemplar la riqueza pictórica del santuario. No pudimos ver el claustro y las celdas de estos monjes guerreros por encontrarse el recinto en obras y reformas.
Tras llegar de nuevo a la población se realizó un peregrinaje por los bares de la localidad para terminar comiendo un extraordinario arroz con liebre en “La Parada”.
Esperamos aquí a Cele que se había marchado a la concentración de Peñarroya para rodar juntos hasta Zalamea de la Serena y tomarnos nuestro acostumbrado café de media tarde.
A diferencia del sábado el domingo ha sido una gran jornada para rodar con nuestros corceles de hierro por la carretera. Un día luminoso, sin frío, casi ausente de viento y adornado todo con unas blanquísimas nubes de algodón en un cielo azul junto a un verde saturado en la naturaleza que nos rodea. Por supuesto echamos de menos a nuestros colegas que no han podido venir hoy y les enviamos un mensaje multimedia (con foto) para ayudarlos a decidirse a cambiar el trapo de limpieza por la moto.
La última en Campillo de Llerena, y de aquí a recoger las máquinas, limpiarlas, sacarle un poco de brillo a los cromados para tenerlas impecables para nuestra próxima aventura. Fotos Mamen, Ana y Kapy en Santa Marta y Cabeza del Buey
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